El mundial femenino 2023 en el multiverso de la locura.

Fuente: enperspectiva.uy

Podríamos hablar de que este Mundial de Australia y Nueva Zelanda se ha disputado en pleno invierno, de que el presidente de la FIFA, que había prometido pagar directamente a las jugadoras (para evitar que las federaciones se quedasen el dinero por el camino) se ha echado atrás a dos días del torneo. También hay que referirse a su maravillosa gestión con un seleccionador acusado de abuso sexual, el de Zambia, al cual se le abrió una investigación en pleno torneo y que terminó llevándose otra acusación, por tocar los pechos de una jugadora tras un entrenamiento, tras la eliminación de su selección. Eso sí, todavía se está esperando la resolución de la FIFA al respecto.

Podríamos hablar de un presidente de la RFEF que se montaba juergas en Salobreña pagando con tarjetas del ente, de un presidente que mandaba a las jugadoras a Londres en la última Eurocopa mientras se tenían que hacer cinco horas en autobús hasta su sede en Glasgow. De que, tras la celebración de la final de la Supercopa femenina, estando presente en el palco, deja que las medallas se recojan en una mesa a pie de campo, sin asomarse para entregarlas en persona ni dejar que puedan subir el palco a recogerlas. De un presidente que, ante la profesionalización, entra en conflicto con la Liga Femenina por el pago a las árbitras. De un presidente que, ante una petición de las jugadores de mejoras en las condiciones de su trabajo, se calla, malmete a la prensa diciendo que buscan echar al seleccionador y provoca una crisis que divide al vestuario. O tal vez podríamos hablar de un seleccionador controlador con los horarios y las actividades de las jugadoras, al que se acusaba de falta de ambición y recursos. De un seleccionador acusado de buscar fichajes para el equipo donde trabaja su pareja con sus convocatorias. De un seleccionador que pide un mail de rectificación para readmitir y luego deja tirada a alguna. De un seleccionador que saca la capitanía a las veteranas para dársela a una portera de dieciocho años que luego, tras la única derrota en el torneo, no es capaz de dar la cara ante la prensa. De un seleccionador que, durante la charla en el vestuario antes del partido de octavos de final, comunica el relevo de la portera titular ante Japón por una Cata Coll perpleja.

Claro que todo eso da igual porque, con una Liga de poco recorrido, donde el patrocinador principal les toma el pelo con un acuerdo de buenas intenciones  y se lleva la promoción sin pagar. Donde, en tres meses de Queens League, jugadoras de categorías menores obtienen más repercusión en redes sociales que internacionales por España. Donde se sabe el campeón con un noventa y ocho por ciento de probabilidades antes de que empiece la competición, es muy complicado que nada cambie. Ya llevó treinta años acabar con un seleccionador que les decía a las jugadoras que necesitaban “un buen macho” y le costó su carrera en España a alguna jugadora. Ahora, para ganar el torneo y conseguir un nutricionista y un cuarto fisioterapeuta, más un trato más acorde con su labor, siete han sacrificado su carrera internacional. El camino se va llenando de cadáveres y mientras algunos se siguen comportando como cavernícolas, representando al fútbol español inapropiadamente en un palco y sobre el terreno de juego.

Fuente: stabroeknews.com

Sin embargo de lo quiero hablar es de como España llegó con dudas, con un ataque inconstante y una defensa de fallos groseros que, ni Costa Rica por falta de malicia en el remate, ni Zambia por su incapacidad para crear, pudieron aprovechar. Tuvo que llegar Japón, con un planteamiento sólido en defensa y una facilidad para crear, más un acierto descomunal, para dejar tocada a una selección española plagada de dudas en defensa y preocupada por el rendimiento mediocre de Alexia Putellas. Por suerte los conflictos internos de Noruega nos llevaban con una selección de menor nivel a priori, Suiza, pero se sabía que no podía haber confianzas. Por eso sorprendía ver que, aparte de la entrada de Laia Codina por la lesión de Ivana Andrés, Jorge Vilda dejaba de confiar en Misa bajo los palos, cuando poca culpa había tenido en los goles japones, en Olga Carmona en el lateral izquierdo y recurría a Alba Redondo como extremo para dotar al equipo de más recursos arriba. La cosa funcionaba bien porque, para sorpresa general, el sistema defensivo suizo se quebraba por las bandas, durante media hora lo que debía ser un cuatro-cinco-uno para encerrarse y salir a la contra, se convertía en un cuatro-tres-tres donde las extremos no bajaban en basculación para cerrar. Por encima en ataque, pese a seguir viéndose desajustes para cerrar las contras en las laterales españolas, Suiza era incapaz de cambiar el balón de banda a tiempo y así las cosas, pese a regalar un gol en propia meta, España se desataba para superar un partido de eliminatorias por primera vez.

Llegaban los cuartos de final teniendo más claros los puntos fuertes del equipo, con Salma Paralluelo creciendo, Laia Codina asentándose como titular dejando sin opciones a la delantera rival y Alba Redondo conviertiéndose en referente del peligro español en el remate. Tras sesenta minutos de dominio el cansancio hacía mella en la selección, los Países Bajos se crecían y, pese a la ausencia de Van de Donk en la fase de creación neerlandesa, los balones largos a Beerensteyn eran cada vez más peligrosos porque dejaba de caer por el lado de Codina y se iba a buscar a Irene Paredes. España cada vez recurría más a acciones aisladas y cerca del final sacaba un penalty ingenuo por manos que Mariona Caldentey convertía con frialdad. Restaban diez minutos, pero las inseguridades de España renacieron de inmediato con la salida del campo de Aitana Bonmatí. El equipo se echaba atrás, nadie aguantaba el balón y los Paíse Bajos encontraban un balón largo a la espalda de la defensa que su central definía con un remate de delantero centro. La prórroga apuntaba con ser un suplicio, Paredes cada vez necesitaba más ayudas y Cata Coll comenzaba a intervenir más en el partido. Vilda se acordaba de Alexia Putellas y el equipo recuperaba su juego para sacar, con un remate de Salma Paralluelo, el pase a las semifinales.

Fuente: americanchronicles.news

Allí esperaba una Suecia contundente en ataque y defensa, que aguantaba de nuevo el buen inicio de España, que había vuelto a cambiar algunas piezas, recuperando a Olga Carmona en el lateral izquierdo por la sanción de Ohiane y metiendo en punta la movilidad de Paralluelo en lugar de Esther. En la segunda mitad las suecas ya no dejaban respirar al equipo español, la salida de balón era complicada y Codina y Paredes se multiplicaban para cerrar el área ante el bombardeo sueco de balones aéreos. Llegaban los minutos finales y España podía respirar ligeramente para que, nuevamente Paralluelo, aprovechase un balón suelto en el área y pusiese a la selección con ventaja en el marcador. Volvían a quedar pocos minutos y, con los parones, el descuento iba a ser largo. Tal vez por ello el equipo volvía a dejarse encerrar. La defensa se relajaba, Ohiane se dejaba ganar la posición en su saque de banda y el balón, colgado al segundo palo, llegaba de vuelta al punto de penalty tras un cabezazo de Hurtig. El remate de Blonquvist era imparable y la prórroga parecía inevitable. Claro que nadie contaba con que Suecia necesitaba respirar y España volvía a salir arriba. En el casi único saque en corto desde el corner de la selección Olga Carmona recibía en la esquina del área y clavaba un balón que acababa entrando tras golpear el larguero. Jenni Hermoso aguantaba el balón como podía y, pese que Suecia tenía una última opción con un saque de esquina, Cata Coll lo resolvía con suficiencia.

España llegaba a la final con ganas de revancha, su rival era Inglaterra, que las había eliminado en los cuartos de final de la pasada Eurocopa. Y ambos equipos salían a por todas, intercambiando golpes, hasta que al filo de la media hora Lucy Bronze perdía un balón, a priori intrascendente, en el medio del campo. El cambio de juego hacia Mariona Caldentey convertía la jugada en una acción de peligro y la espera de esta por el desdoblamiento de su lateral le daba la consideración de situación de gol. Algo que sería confirmado por el remate, raso, pegado al palo contrario, de Olga Carmona. España se ponía en ventaja y se tomaba el partido con más calma, abusando un poco más del toque, mientras que Inglaterra era todo empuje. Laia Codina se multiplicaba para frenar los desmarques al espacio y para impedir a las delanteras sentirse cómodas recibiendo de espaldas. Los cambios de la seleccionadora inglesa, y el conformismo español al llegar a jugar con doble lateral en la banda derecha, llevaban a Irene Paredes a mostrar su versión más contundente en la defensa española para evitar cualquier atisbo de peligro. Nuevamente Jenni Hermoso se crecía para dar aire a la selección para enfado de la selección inglesa y, para no dejar las malas costumbres, España concedía un saque de esquina en la última acción del partido. De nuevo Cata Coll mostraba su solvencia en el juego aéreo y la selección española podía disfrutar del primer mundial femenino de su historia.

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1 Comment on "El mundial femenino 2023 en el multiverso de la locura."

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1 year 1 month ago

Parece que funciona, muchas gracias

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