LUGARES ACB PARA EL RECUERDO (IV): BALONCESTO EN LA TIERRA DEL BALONMANO

Mike-Phillips-Cacaolat

Hay localidades que han unido su nombre a un deporte para consagrarlo como una de sus principales mecas. En el mismo baloncesto está el ejemplo de Badalona que se mueve por y para el Joventut, uno de los viveros más importantes en el deporte de la canasta en España. No se puede entender la historia del hockey hierba español sin Terrassa, cuna de un deporte que ha dado grandes alegrías olímpicas pese al escaso número de practicantes. Granollers es uno de los grandes bastiones del balonmano nacional, la localidad donde este deporte es religión. De las filas y la prolífica cantera del Balonmano Granollers han surgido numerosos jugadores con una larga y exitosa carrera deportiva como Eugeni Serrano, Enric Masip, Mateo Garralda, Jaume Fort, Jordi Núñez, Antonio Ugalde, Albert Rocas o Joan Cañellas, entre otros muchos que la lista es muy extensa. Pero la historia de Granollers no se reduce al balonmano. Durante muchos años fue hogar de un equipo de baloncesto que se codeaba con la flor y nata del baloncesto español, un habitual en los puestos nobles y en cuya historia figuran algunos nombres imborrables en la memoria de los aficionados. Durante quince años no todo fue balonmano en Granollers.

Llegada y asentamiento en la élite.

A diferencia de los capítulos anteriores, los orígenes del Granollers son remotos y se remontan a los primeros pasos del baloncesto en España. En 1932 se creaba el Granollers Sport Club, como sección del equipo de fútbol local. Se ponía la semilla del baloncesto en tierras del Vallés Oriental. Curiosamente el primer partido lo disputaría el equipo femenino el 6 de marzo de aquel año. Hubo que esperar al 5 de junio para que llegara el debut del equipo masculino, ante el Mataró. Ninguno de los dos estrenos fue afortunado ya que ambos finalizaron con derrota. No disputó ninguno de los campeonatos de España que se celebraron antes del inicio de la Guerra Civil. Como todas las instituciones deportivas existentes, el club quedó hecho unos zorros al final de este trágico hecho y sufrió la influencia de su desenlace. Sólo hay que ver uno de los nombres que recibió en el franquismo, Frente de Juventudes Granollers. Una denominación que en la actualidad puede sonar cómica aunque en aquella época pocas cosas daban para tomárselas a risa. El club continuó alejado durante décadas de la élite del baloncesto español, dominado con puño de hierro por el Real Madrid al que pocos títulos nacionales se escapaban de sus manos. Sin embargo la historia cambió para Granollers en 1977, en las postrimerías de la Transición, con el ascenso del equipo vallesano a Primera División. Por entonces la Liga se disputaba todos contra a todos a doble vuelta, como el fútbol, valía el empate y estaba bajo control de la Federación Española. La ACB ni se podía concebir en la imaginación de los aficionados.

cacaolat-barça

Fuente: aravalles.cat

Logrado el ascenso, Granollers se lanzó a la búsqueda de patrocinador que cubriera el presupuesto del club en esta ilusionante etapa donde se vería las caras con los grandes del baloncesto español. Areslux pondría el dinero y el nombre a partir de entonces al Granollers. Pese a ser un novato supo bregar contra los demás rivales por la permanencia. Logró asegurarse su continuidad pese a caer en casa ante el Real Madrid gracias a la derrota del UE Mataró en Magariños ante Estudiantes. Una temporada en la que el Joventut sorprendió al Real Madrid y logró el título liguero, una hazaña por entonces para todo quien no fuera el equipo blanco. Los Slavnic, Margall o Luis Miguel Santillana, dirigidos por el mítico Antoni Serra, entraban en la historia del club verdinegro. Por entonces ya estaba en la plantilla de Granollers un joven base que daría mucho que hablar en el baloncesto español durante las dos siguientes décadas: Joan Chichi Creus. La campaña se vio recompensaba para Areslux Granollers con su primera participación en Europa, en la Copa Korac 1978-79, donde cayó sin paliativos en segunda ronda ante el Caen francés. Aún era pronto para que Granollers pudiera batirse el cobre y competir por Europa. Poco a poco fue haciéndose un lugar sólido en el baloncesto español. Cada temporada fortalecía su posición en mitad de la tabla en Primera División. En la temporada 1978-79 acababa sexto; en la 1979-80, quinto.

Creus Cacaolat

 

Fuente: historiabasket.blogspot.com

El buen nivel del conjunto vallesano se resentiría las dos siguientes campañas, más cerca de los puestos de descenso que de los de honor. Pero Granollers seguía haciendo camino sin prisa pero sin pausa, conformando el bloque que sustentaría al equipo durante la década de los 80. Llegaban Javier Mendiburu, pivot bajito pero todo brega en la zona y muy duro de roer; Slab Jones, un fabuloso pivot estadounidense que formó parte del Estudiantes de 1980; y Juan Ramón Fernández, alero de fina muñeca y muy fiable desde media distancia. En 1982 regresaba a casa Creus tras dos años en el Barça en los que logró el título de Liga en 1980 (donde fue subcampéon el Estudiantes en el que ya destacaba un jovencísimo Fernando Martín) pero en donde apenas disfrutó de minutos. En Granollers pudo gozar de todos los que necesitaba para desplegar su visión de juego y la facilidad que tenía para darle a cada partido el ritmo que necesitaba su equipo, a lo que había que añadir una gran defensa y una buena mano que respondía siempre en los momentos importantes. Un prodigio de longevidad que envejeció como los mejores vinos, alargando su carrera hasta los 40 años en Manresa, donde logró sus triunfos más importantes. En el banquillo, un nombre imprescindible en el baloncesto español en los años 80, Chus Codina. Hombre de grandes conocimientos técnicos que impartió su magisterio en las canchas y en la prensa con sus análisis en Marca durante los años 90. Había logrado el subcampeonato histórico de Estudiantes en 1980 y también hizo historia en Granollers. Su mano y los mimbres que iban formando un bloque compacto e interesante lograron la mejor clasificación de la historia del club en 1983, el tercer puesto. Una hazaña aunque fuera muy lejos de los grandes futboleros que se disputaron el título en un partido de desempate en Oviedo que proclamó campeón al Barça entrenado por Antoni Serra.

Los años de gloria en Granollers.

Como ya dije en anteriores capítulos, 1983 significó un punto importante en la historia del baloncesto español con la creación por parte de los clubes de la ACB. Granollers participaría en la revolución de la Liga Española, formando parte de los clubes que disputarían la primera edición. No sería el único cambio en el club. Ya comenzada la temporada cambiaba de patrocinador. Cambiaba Areslux, que le había acompañado desde que llegó a la máxima categoría del baloncesto español por el patrocinador por el que muchos aficionados recordamos a este equipo: Cacaolat. La decisión de la ACB de ampliar a dos el número de extranjeros le vino de perlas a un equipo que acostumbraba a contar con una plantilla muy corta en la que jugaban casi siempre sólo 6 jugadores y que solía completarse con un par de juniors de la cantera. Uno de ellos, Pep Pujolràs, se convertiría en capitán y símbolo en Manresa que retiró su dorsal tras fallecer en un accidente de tráfico en 1992. El estreno estuvo a la altura de lo ofrecido la temporada anterior. Tercero del grupo impar, en el que logró una victoria sobre el Barça en su pequeña y fría cancha, se aseguraba un puesto en los playoffs y disputar con los ocho mejores la segunda fase, donde acabó cuarto por detrás del sorprendente Cajamadrid. Puesto asegurado en los cuartos de final donde esperó a que el Joventut se deshiciera del Fórum, otro histórico que pasa por momentos dramáticos en la actualidad. Cacaolat Granollers dispuso de un tercer partido en su cancha para lograr el pase a semifinales pero la Penya asaltó su cancha en el duelo decisivo para cerrarle el camino. Nunca lo tendría tan cerca como entonces para acabar entre los cuatro primeros, algo que nunca lograría en la ACB. Siempre fue un equipo complicado para cualquiera,  incluidos Real Madrid y Barça que caerían en más de una ocasión, inamovible entre los ocho primeros año a año pero las semifinales siempre le estuvieron vedadas. Los históricos como Joventut (en tres ocasiones), Barça (en dos) y Real Madrid se interpusieron en su camino para impedirle avanzar en una ronda de cuartos de final que se convirtió en maldita.

Wayne  Robinson

Fuente: espacioligaendesa.com

Jugadores que ofrecieron un gran rendimiento en el club no faltaron. Sobre todo los estadounidenses, en los que no se podía permitir fallar a la hora de contratarles debido a lo corta que era la plantilla. Uno de los que más impacto creó fue Wayne Robinson, una de las piezas clave de todo un Real Madrid. Pivot espectacular que ofreció un rendimiento sensacional desde su llegada en 1986 durante dos temporadas hasta que una lesión de rodilla le apartó del baloncesto temporalmente y provocó la salida del club. Pero no fue el único estadounidense notable en Granollers. Charles Bradley, un alero de buena muñeca y fiable en el tiro de tres que resultó decisivo en la victoria a domicilio ante el Real Madrid en la temporada 1985-86. Tuvo una segunda etapa en el club en 1987 que resultó muy breve. Un puñetazo fulminante a Indio Díaz en el primer encuentro de Liga supuso su despido inmediato. Victor Anger, un pívot bajito pero tremendamente efectivo que formó una pareja de americanos muy interesante con Bradley. Dykema, el sustituto de Bradley en la temporada 1986-87 (no en la de despido) que mostró en Granollers la misma efectividad en el tiro de la que hizo gala en Alcalá de Henares. Tom Sheheey, pivot con buena capacidad para el rebote y al que le gustaba salir fuera a tirar, algo poco común por entonces entre los hombres altos. Mike Phillips, un clásico del baloncesto español en los años 80 que era una máquina de hacer puntos y que falleció recientemente debido a un desgraciado accidente doméstico. Siempre nos quedará su fuerza, su capacidad anotadora y su bigote. O Matt White, uno de los primeros pivots realmente altos que llegaron a Granollers. Nacionalizado al estar casado con una española, tuvo un final violento y ciertamente curioso en 2013 cuando fue asesinado por su propio esposa… por ver porno. Cosas veredes, amigo Sancho. Tampoco faltaron los refuerzos españoles aunque fueran mucho más modestos. Canteranos del Barça como Ángel Heredero o Julián Ortiz, el pivot Miguel Ángel Pou o el base Ferrán Heras (encargado de dar los pocos descansos que se tomaba Creus) completaban una plantilla que siempre resultaba competitiva aunque le faltaba un paso para competir con los grandes.

La temporada 1985-86 significó el regreso del Cacaolat Granollers a las competiciones europeas. Llegaba una segunda oportunidad en la Copa Korac tras su breve debut en 1978. Ahora el equipo catalán sí estaba preparado para competir en las canchas europeas. Tras liquidar el trámite de la primera ronda ante el BBC Amicale luxemburgués (eliminatoria que Chus Codina presenció en silla de ruedas tras sufrir una rotura del tendón de Aquiles, como Laso en la final de ACB 2013-14) y superar una durísima eliminatoria de segunda ronda ante el Maes Pils Malinas que remontó in extremis en cancha belga llegó a la fase de grupos. Quedó encuadrado en el grupo D con tres equipos que suenan a historia del baloncesto europeo: Caserta, Partizan y Orthez. Por Granollers desfilaron históricos como Huffnagel, Obradovic (como jugador), un jovencísimo Djordjevic, Dell’ Agnello, Nando Gentile o el gran Oscar Schmidt Bezerra. Quien no haya visto el duelo del brasileño con Drazen Petrovic en el Real Madrid-Caserta de la final de la Recopa de 1989 no es un verdadero enfermo del baloncesto. No tuvo ninguna oportunidad de clasificarse. Sólo presentó batalla en casa, siempre fue vencido con claridad a domicilio. La única victoria la logró en su cancha ante Partizan y no evitó que acabara último su grupo. Ahí terminaría el sueño europeo, nunca más regresaría.  Tampoco tuvo suerte en las oportunidades que se le presentaron para lograr un título aunque fuera menor. Esa misma temporada disputó la final de Copa Príncipe de Asturias. El Estudiantes le arrebató la miel de los labios. El Barça se interpuso en su camino en las dos finales de la Liga Catalana que disputó el equipo de Granollers, en 1983 y 1989. Las vitrinas nunca pudieron abrirse.

Fusión con el Español y final de la historia.

En 1989 llegaba un nuevo cambio importante a Granollers. Cacaolat dejaba el patrocinio del equipo que debía buscar un nuevo sponsor. El problema se solucionó con la fusión del equipo con el Español que había dejado a su suerte a la sección de baloncesto. La cadena de supermercados Grupo IFA sería el patrocinador en esta nueva etapa. De la fusión llegaban nuevos jugadores procedentes del Español que potenciaban la plantilla. Jugadores como Manel Bosch o Santi Abad reforzaban el plantel nacional del equipo entrenado por Manel Comas que había sustituido en el banquillo a Chus Codina en 1987. La pareja de extranjeros, los pivots Claude Riley (procedente también del Español) y Mike Davis (que había estado en su anterior etapa en ACB en el Barça y que pasó a la posteridad por la pelea que protagonizó en la final de la temporada 1983-84), ofrecían un plus mayor en busca de cotas más altas acompañando a los Creus o Mendiburu. Incluso buscó la notoriedad con un amistoso de pretemporada en el que contó con la participación del mítico alero de los Lakers James Worthy. Impagable la imagen vistiendo la camiseta del equipo de Granollers, amarilla como de los Lakers.  Una sonada victoria en Barcelona ante el Barça, remontando en la segunda parte con una exhibición de Riley, daba aún más brillo al inicio de la nueva era pero la campaña no respondió a las expectativas creadas. Tras una temporada irregular volvió a alcanzar los cuartos de final. El Barça se convirtió de nuevo en un muro insalvable en la eliminatoria maldita. Hasta aquí llegarían los años de gloria del Granollers.

worthy y creus

Fuente: elcomentamierda.blogspot.com

El sheriff Manel Comas abandonaba el equipo a final de temporada y fue sustituido por Josep María Oleart. Granollers empezó la cuesta abajo y sin frenos. Comenzó a frecuentar la parte baja de la clasificación. En la temporada 1990-91 tuvo que disputar por primera vez los playoffs de descenso. Logró esquivar el peligro a la primera tras eliminar en cuatro partidos a OAR Ferrol pero la vida ya no sería la misma. La construcción del pabellón olímpico donde se disputaría la competición de balonmano en Barcelona 92 y que se convertirá en su nueva cancha aumentó los problemas de un equipo que comenzó a acusar problemas de solvencia económica. Grupo IFA había abandonado su patrocinio y al club le faltaban recursos. Ello no impidió el mediático fichaje la siguiente temporada del espectacular Kenny Sky Walker que puede presumir de haberse proclamado campeón del concurso de mates en la NBA y la ACB. Tampoco le valió para enderezar el rumbo. Acabó 14º la Liga Regular y pudo disputar los playoffs por el título pero le esperaba en octavos el Real Madrid. Pese a dar guerra en el Palacio de los Deportes, donde cayó por 92-90, fue barrido sin contemplaciones en Granollers. El mismo camino esperaba la temporada 1992-93 pero esta vez el Barça sería el verdugo en octavos de final. Aquel 73-74 en Granollers, donde el equipo local estuvo a punto de completar una gran remontada en la segunda mitad gracias a Creus, fue el último encuentro de baloncesto que se disputó en la localidad vallesana en ACB. El 4 de abril de 1993 se echaba el telón a la última función.

Los problemas económicos habían llevado al club a una situación irreversible que le abocaba a la desaparición. El triste desenlace fue inevitable y a final de temporada dejó de existir. El baloncesto de élite desaparecía de Granollers. La canasta ya no compartiría protagonismo con la portería de balonmano en esta localidad catalana. Pese a los graves apuros económicos, el balonmano sigue siendo la seña de identidad de Granollers que tuvo durante muchos años hueco para el mejor baloncesto.

Próximo capítulo: Sabor a licor.

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