LUGARES ACB PARA EL RECUERDO (I): MAGIA EN HUESCA

Protestas a Betancor

Desde 1983 la ACB, siglas de la Asociación de Clubes de Baloncesto, rige los destinos de la máxima competición liguera del baloncesto español. Una época en la que llegó el primer boom del deporte de la canasta en España, el momento en el que nos aficionamos muchos de los que pasamos nuestra infancia en los años 80. La posesión de treinta segundos, las dos partes de 20 minutos, el uno más uno, la falta intencionada, los uniformes ajustados, los tristemente habituales lanzamientos de monedas en las canchas, los carruseles de la jornada por la radio los sábados por la tarde… Partes del baloncesto que le sonarán a chino a los aficionados más jóvenes. No menos ajenos y extraños les resultarán algunos lugares donde se disputó la ACB durante años, mucho antes que tuvieran contacto con un balón de baloncesto. Este serial está pensado como homenaje y recordatorio a aquellas localidades que disfrutaron del mejor baloncesto y cuyo recuerdo se difumina entre las brumas del tiempo. Para que no caigan en el olvido lugares como Huesca, Alcalá de Henares. Granollers, León o Ferrol, entre otros. No ganaron títulos, no estaban entre la élite del baloncesto español pero formaron parte del imaginario colectivo de una generación que vibraba en las canchas del baloncesto español y a la que la NBA le sonaba a una galaxia muy lejana e inalcanzable, mucho antes que ya fuera noticia cualquier chorrada que llegue al otro lado del Atlántico y escrita como vulgar cotilleo de panfleto sensacionalista. Para la nostalgia de los veteranos y como lección para los recién llegados. El baloncesto de élite también se disputó en lugares que no pueden concebir y que forman parte del recuerdo de muchos aficionados.

Dedico el primer capítulo al otro equipo aragonés que ha formado parte de la ACB, a la sombra del CAI pero con identidad propia. Viajaremos a Huesca, el hogar del inolvidable Magia de Huesca. Un fijo durante buena parte de los años 80 y 90 que forma parte importante del recuerdo de muchos aficionados.

El comienzo: desde las peñas hasta la ACB.

Su historia comienza en 1977, años antes de la creación de la ACB y cuando la Liga española se disputaba todos contra todos, al modo que se hace en fútbol. El Club Baloncesto Zoiti, el equipo de la ciudad de Huesca, viviría un momento histórico en el verano de aquel año. Las cinco peñas recreativas existentes en la capital oscense acuerdan un proyecto conjunto para el equipo de baloncesto que pasará a llamarse desde entonces Club Deportivo Peñas Recreativas de Huesca. Bajo el mando de José Antonio Ortas, que ya era el presidente del club antes del acuerdo, el Peñas Recreativas formó parte de la tercera división. Fue una estancia efímera porque logró el ascenso en su primera temporada a la Segunda División, la que era considerada la tercera categoría del baloncesto nacional por entonces. Sin embargo no resultó tan sencillo el paso por la nueva categoría. Cuatro temporadas tuvieron que transcurrir para lograr el ascenso a Primera B, la antesala a la élite. No le costó acostumbrarse a la nueva categoría. Bajo el liderazgo de Alberto Alocén, alero que fue el primer referente en la cancha del Peñas Recreativas desde sus inicios hasta el ascenso a la élite, logró la cuarta plaza. Se quedó a un solo puesto del ascenso a Primera División. Sin embargo el Inmobanco, un equipo madrileño más conocido como Tempus y que llegó a disputar una final de Copa contra el Barça, que había quedado por encima en la clasificación desapareció debido a graves problemas económicos y su plaza recayó en el equipo oscense. Sin comerlo ni beberlo, Peñas Recreativas completaba su ascenso a la máxima categoría del baloncesto español en un año, 1983, que marcaría un antes y un después para este deporte en España. La ruptura de los clubes con la FEB desembocó en la creación de una Liga privada, fuera del control del ente federativo, que se erigía como la nueva primera división del baloncesto español. Había nacido la ACB y el equipo oscense podía presumir de ser uno de sus fundadores.

Municipal de Huesca

Fuente: radiohuesca.com

Como nuevo integrante de la flor y nata del baloncesto nacional había que adaptarse para estar a la altura de las circunstancias. Se contrató la primera pareja de estadounidenses de la historia del club: el base Wayne Freeman y el pivot Jimmy Wright. Ambos acompañaron a Alocén, Sanclemente, Périz, Pagès, Homs, Bartolomé y Solé en la primera plantilla del conjunto oscense en ACB. En el banquillo, Arturo Ortega, más conocido muchos años después por su labor de representante de Pau Gasol y con el que acabó la relación de mala manera, demandado por estafa. El debut de Peñas Recreativas, que no contó con patrocinador en toda la temporada, se produjo el 10 de septiembre de 1983 en Málaga, en el pabellón Ciudad Jardín contra Caja de Ronda, denominación entonces del actual Unicaja que aún estaba lejos de las cotas que alcanzaría dos décadas más tarde. No fue un debut feliz, cayó por 84-78. El estreno en casa se produjo una semana después ante un histórico, el Joventut. El pequeño pabellón municipal lució sus mejores galas ya que el encuentro fue televisado por TVE. Parece impensable algo así hoy en día. Tampoco tuvo fortuna y los verdinegros impusieron la lógica para vencer por 94-103. De hecho no le acompañó la suerte a Peñas Recreativas en su caminar por la recién nacida ACB. Sumando los 28 partidos de la primera y la segunda fase (por entonces la ACB se disputaba dividida en dos grupos) sólo logró siete victorias y se vio abocado a disputar los playoffs por la permanencia en los que sólo se salvaba un equipo de los cuatro que los disputaban. Tras superar en tres partidos a Hospitalet se jugó la categoría con el Estudiantes. La derrota por 87-70 en Magariños en el tercer y decisivo encuentro enviaba al equipo oscense de vuelta a Primera B. Por entonces no existía el mamoneo actual con el canon así que el sueño del Peñas Recreativas duró poco. Supo rehacerse del palo recibido y la estancia en la segunda categoría sólo duró una temporada. Tras lograr el subcampeonato lograba el ascenso para disputar la ACB en la temporada 1985/86. Esta vez llegaría para quedarse.

Joan Pagès

Fuente: retroacb.blogspot.com

El regreso a la máxima categoría llevó aparejado un cambio en la denominación del club. Para promocionar los parajes de la provincia de Huesca, el Peñas Recreativas adoptó el nombre por el que muchos aficionados recordamos al equipo oscense: Magia de Huesca. Sin embargo el rumbo del equipo no varió mucho al de su primera etapa en la ACB. Acabó la primera fase como último del grupo impar con sólo tres victorias. La paciencia se acabó con Arturo Ortega que fue cesado a mitad de temporada y sustituido por Jaume Ventura. También fue sustituido uno de los estadounidenses, James Earl Ray, pivot que fue elegido número 5 del draft en 1980 y que optó por retirarse aquejado de innumerables problemas físicos. Su sustituto fue Ben McDonald, que llegó a jugar brevemente en el Real Madrid a finales de los 80, pero sólo disputó tres encuentros. Sería Wallace Bryant, nacido curiosamente en la base de Torrejón de Ardoz (por lo que se convirtió en el primer jugador nacido en España, aunque fuera estadounidense, en disputar la NBA) quien ocupara la segunda plaza de extranjero hasta final de temporada. De nuevo tuvo que afrontar el trance de los playoffs de descenso. Superó en tres partidos al Licor 43 de Santa Coloma de Gramenet y se jugó el único puesto disponible para permanecer en la ACB contra el Cajamadrid, que la temporada anterior había disputado la Copa Korac (tercera competición continental por entonces, por detrás de la Copa de Europa y Recopa). Nuevamente llegó al tercer partido, disputado en Huesca. Al amparo de su afición, conocida por su fama de caliente y animosa, cambió la historia. Un partidazo de Larry Gibson, que anotó 35 puntos, resultó decisivo para derrotar al equipo alcalaíno por 83-72 y firmar la permanencia en ACB. Aquel 23 de abril de 1986 (San Jorge para los aragoneses, Sant Jordi para los catalanes) se convirtió en una fecha recordada durante años en Huesca. Sin embargo para la siguiente temporada Magia de Huesca debía recomponer su pareja de extranjeros. Larry Gibson, que sufre en la actualidad las secuelas de un terrible accidente de tráfico sufrido en 2004, se marchaba al Den Bosch holandés y Wallace Bryant pasaba a formar parte de plantilla del Barça de la temporada 1986/87. Entonces no se concebía que la llegada de la nueva pareja de americanos marcara la etapa más dorada del club.

La pareja mágica.

Brian Jackson era un alero estadounidense con una muñeca fabulosa que le convertiría en uno de los anotadores históricos de la ACB. Llegó a España por primera vez en 1981 para jugar en el Cotonificio, el otro equipo de Badalona que rivalizaba con el Joventut. Tras un breve paso por Italia regresó a España en 1983 para enrolarse en las filas del Real Madrid. Con el equipo blanco logró dos títulos de Liga, demostrando sobradamente su facilidad para anotar tanto penetrando como a media distancia. Sin embargo el Real Madrid estaba inmerso en la espiral obsesiva por recuperar el título de la Copa de Europa que le persiguió durante años. Dado por supuesto el dominio en España no se concebía otra cosa que volver a reinar en el continente, algo que por entonces logró por última vez en 1980. Jackson estuvo presente en la final de 1985 que el Real Madrid perdió ante la Cibona de Drazen Petrovic y su tropa (la imagen de Wayne Robinson llorando sobre la cancha es una de las primeras sobre el baloncesto que tengo grabadas en la mente), bestia negra de Lolo Sainz durante años. Jackson no estuvo bien en aquel partido y ello le condenó. Entonces parecía que ningún extranjero valía y ninguno solía durar más de dos temporadas en el Madrid. Tuvo que coger las maletas y poner rumbo a Italia pero sólo tardó un año en volver una vez más a España para ocupar una de las dos plazas de extranjero del Magia de Huesca. La otra sería para Granger Hall, un pivot que no tardó en demostrar todas las cualidades que le permitían un poderío físico asombroso. Gran reboteador y anotador cerca del aro. Su fuerza física no estaba reñida con la movilidad. Intimidador que complicaba la vida a todos los pivots rivales. Una pesadilla para cualquier equipo que lo tuviera enfrente. Tras un año en Valladolid recaló en Huesca para formar una sociedad inolvidable con Brian Jackson. Su conexión les convirtió en una de las parejas de extranjeros más renombrada y efectiva de la ACB durante las seis temporadas que permanecieron juntos en el Magia de Huesca.

brian_jackson

Fuente: sporthuesca.com

Brian Jackson y Granger Hall formaron una pareja atípica y rompedora para lo que era costumbre por entonces en el baloncesto español. Hasta mediados de los años 80 la tónica era ocupar las dos plazas de extranjero con jugadores interiores. Los jugadores nacionales altos escaseaban y estaban en las plantillas de los equipos grandes, los únicos que podían permitirse fichar un exterior foráneo. Jaume Ventura, técnico del Magia de Huesca, apostó por un exterior como Brian Jackson, a contracorriente de lo que hubiera sido natural en un equipo que busca la permanencia. La presencia en el equipo de Joan Pagès permitió que el equipo oscense se permitiera ese lujo. Pagès era un pivot fuerte y bregador, de los que escaseaban por entonces en el baloncesto español. Logró debutar con la selección española pero las lesiones evitaron una fructífera carrera como jugador internacional y le obligaron a dejar el baloncesto prematuramente en 1990. Sin embargo el modelo se mantuvo vigente, apostando por un jugador nacional dentro de la zona para mantener una pareja que no paraba de dar alegrías a la afición oscense que abarrotaba un pabellón muy pequeño de 2500 espectadores que se convertía en una caldera. Por comparar, el ambiente en el Municipal de Huesca se podía asemejar al que se vivía en el CID en Las Palmas o el que ofrece actualmente Fontes do Sar. Era una cancha incómoda que presentaba numerosas dificultades para quien la visitara. A los grandes no les hacía ninguna gracia visitar Huesca, solían pasarlo mal en esta cancha. Bien lo pudo comprobar el malogrado Drazen Petrovic en su única visita a la capital oscense, de la que salió maldiciendo en la única victoria que logró el Magia de Huesca sobre el Real Madrid tras otro partido inolvidable de la pareja mágica. Huesca se había convertido en una plaza clásica y dura en la ACB.

Mate de Granger Hall

Fuente: radiohuesca.com

Magia de Huesca nunca fue un equipo que se codeara con los grandes del baloncesto español pero pasó a vivir con tranquilidad en la ACB durante muchas temporadas. En la temporada 1987-88, donde estrenó presidencia Antonio Riva, logró por primera vez clasificarse para los playoffs por el título. Cayó por la vía rápida ante el Cacaolat Granollers en la primera ronda pero el 10º puesto conseguido fue la mejor posición histórica del equipo oscense. También logró disputar por primera vez la Copa del Rey aunque la clasificación por entonces se lograba en eliminatorias a doble partido hasta decidir los ocho clasificados. Pese al éxito Jaume Ventura abandonó el banquillo y fue sustituido por un entrenador que dejaría una profunda huella, Iñaki Iriarte. El técnico vitoriano era conocido por su característica mancha facial y por sus gritos y mala leche desde los banquillos. Era un blanco habitual de los árbitros, que le pitaron numerosas técnicas, pero supo trabajar y sacar petróleo de los recursos de los que disponía. Dio continuidad al estilo de plantilla que propuso su antecesor, manteniendo a la pareja mágica y apostando por un jugador interior nacional pese a los problemas físicos de Pagès. Santi Aldama, que formaría parte de la denostada selección que disputó los JJOO de Barcelona, ocuparía su lugar cuando la situación era casi irreversible para Pagès. Magia de Huesca supo reforzarse bien con jugadores como Solè (base muy sobrio), Juan Antonio Hernández (buen tirador procedente de la cantera del Real Madrid), Capablo, Iván Pardo, César Arranz o el propio Aldama. Ninguno era una figura pero sabían cumplir con su papel. El lucimiento quedaba para la pareja de americanos que cada temporada era el santo y seña del Magia de Huesca. Su talento, el carácter que le imprimía Iriarte al equipo y la fortaleza en los partidos de casa permitían al equipo oscense salvarse sin pasar apuros, en mitad de la tabla de una Liga que comenzaba a acusar síntomas de gigantismo (no en vano ya contaba con 24 equipos) y que cambiaba de formato con mucha rapidez. Magia de Huesca volvió a disputar los playoffs por el título en la temporada 1991-92 tras acabar 10º la Liga Regular (por entonces jugaban los playoffs 16 equipos). No pudo superar los octavos de final tras caer en el Pabellón Araba en el tercer y definitivo encuentro contra el Baskonia, entonces llamado Taugrés. Sería la última ocasión que Magia de Huesca se asomara a la fase decisiva por el título. Muy pronto cambiaron los tiempos pero no a mejor.

El principio del fin.

El verano de 1992, nefasto para la selección de baloncesto tras el ridículo olímpico en Barcelona, cambió para siempre al equipo oscense. Iriarte anunció su marcha a final de temporada y cerró su etapa con entrenador en Huesca aunque siempre estaría muy vinculado a la ciudad. Fue la primera de las importantes bajas que sufriría el equipo. La pareja mágica también abandonaba la plantilla. Brian Jackson firmaba por el Caja San Fernando mientras Granger Hall ponía rumbo a Manresa. La obligación de aumentar el aforo a 5000 espectadores restó intimidación al pequeño pabellón municipal. Para colmo, también se ponía fin a la histórica denominación de Magia de Huesca. El nuevo patrocinador, Argal, toma el relevo como nombre del equipo. Como remate, una nueva junta directiva tomaba las riendas. Definitivamente se había cerrado una etapa en Huesca. Comenzaba una etapa turbulenta y de poca estabilidad, agravada por los serios problemas económicos que sufría la entidad. Los cambios en el banquillo fueron constantes. Ningún entrenador gozó de la continuidad que disfrutaron los anteriores. La plantilla sufría remodelaciones profundas cada temporada. La falta de recursos obligaba a echar una mirada al hermano mayor, el CAI Zaragoza, con el que tuvo una seria rivalidad en la etapa ACB pero que no dudó en ayudarle cediendo a jugadores jóvenes como Lucio Angulo, Jose Miguel Hernández o Salva Guardia. También hubo de echar mano de veteranos como Ruiz Lorente o Dicenta o un prometedor canterano, Biota. Pese a que el cupo de extranjeros aumentó a tres nadie hacía olvidar a la pareja mágica en Huesca. Veteranos como Wiltjer, Kurtinaitis, Larry Micheaux o Tikhonenko ni siquiera completan una temporada entera, si bien es cierto que el equipo oscense fue la rampa de lanzamiento en ACB de extranjeros muy solventes que llegaron como desconocidos. Bryan Sallier, Wayne Tinkle o Alphonso Ford (grandísimo anotador que hizo gran carrera en Europa y que falleció víctima de leucemia en 2004) tuvieron su bautismo en el baloncesto europeo en Huesca. Otros como Dyron Nix o John Morton dieron un giro ascendente a su carrera tras fichar por el equipo oscense que, sin embargo, estuvo condenado a sufrir desde entonces. En la temporada 1992/93 volvió a conocer la sensación de jugarse la vida en un playoff de descenso. Salvó la papeleta tras batir 3-1 al CB Murcia pero no corrió la misma suerte en la siguiente campaña. Pese a tener factor campo en contra, Valvi Girona le derrotó por 3-1 y condenaba al descenso al equipo de Huesca. La imposibilidad de afrontar el canon de los recién ascendidos, una historia que ahora nos suena mucho, le dio una segunda oportunidad. En las dos siguientes temporadas volvió a salvarse en la fatídica eliminatoria de permanencia. Pamesa Valencia, el histórico nombre de Valencia Basket, fue su víctima en 1995 tras derrotarle en un agónico cuarto partido en Huesca por 90-89. Andorra corrió el mismo destino en 1996 en la pista oscense. Huesca se había acostumbrado a sufrir por la supervivencia, un símil de la desesperada situación que afrontaba en los despachos debido a la asfixia económica que ahogaba al club.

Protestas a Betancor

Fuente: heraldo.es

El 12 de mayo de 1996, en aquel cuarto partido de la eliminatoria ante Andorra que certificaba la permanencia en ACB, Huesca vivió su último encuentro en la máxima categoría del baloncesto español. La angustiosa situación económica era ya irreversible y el Consejo de Administración se vio abocado a vender la plaza al mejor postor. Fuenlabrada llegó con dinero fresco y se quedó con su lugar en la ACB. Fue un viaje sin retorno. Nunca más volvería a la máxima categoría. A partir de entonces vagaría por las categorías inferiores del baloncesto nacional. La LEB Oro y la LEB Plata se convirtieron en el hogar de un equipo muy lejano a aquellos tiempos en los que hacía sufrir en el Municipal de Huesca a lo más granado de la ACB. Luchando por la permanencia en la segunda división del baloncesto nacional, añora aquella época en la que la magia aparecía cada fin de semana en la capital oscense.

Próximo capítulo: Equipo de banco.

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1 Comment on "LUGARES ACB PARA EL RECUERDO (I): MAGIA EN HUESCA"

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8 years 9 months ago

Buaaa … tremenda serie, inmensos recuerdos.
Aquellos pivots como Pagés, Mendiburu (espero post sobre el Areslux/Cacaolat Granollers), Pou …

Brian Jackson fue un tirador soberbio, pero si la memoria no me traiciona, de media distancia. El triple nunca fue su fuerte, creo recordar.
Wallace Bryant fue el center de la primera temporada arrolladora de Aíto (86-87), con la Liga y la Korac contra el Limoges de Ostrowsky y Dacoury.
A Granger Hall lo vi debutar con el Fórum en el Palau, con Salvo, Puente, etc.

Magia Huesca … basket puro de antaño, cagoentó, que jóvenes éramos.

Muy grande maestro, esperando ansioso el próximo.

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