LA SENCILLEZ ENGAÑOSA

Nadal y Djokovic - Copa Rogers 2010

Tengo la convicción de que uno de los motivos principales del inmenso éxito del deporte en nuestros tiempos es que es una de las actividades más simples -en el buen sentido- que existen. En esencia, los deportes, porque hay muchos,  se pueden agrupar por objetivos; en concreto, tres: 1) Llegar antes que nadie a algún sitio, sea por tus propios medios o ayudado por algún artilugio (remos, velas, motores…); 2) Meter una pelota de variado tamaño o similar -disco,huevo…- por algún orificio (ejem…): puede ser un simple agujero, dentro de una red, o sencillamente, pasarla a otro lado y 3) Darse de tortas con alguien. Este es el objetivo que por mi natural pacífico menos me agrada. La pelea puede ser a puñetazos, con espadas, a la japonesa, o a la grecorromana, a la canaria, la turca, de cualquier modo (libre), etc, etc.

La otra distinción importante en los deportes está basada en su número de participantes. Puede ser individual, o sea, como dice la expresión, una contra uno, o colectivo, más de uno frente a frente (de 2 hasta 15). Cuando es colectivo, hay que reconocer que la cosa se complica por sí sola, porque hay que distribuir a los participantes, organizarlos, tranquilizar sus egos, disponerlos en función de sus habilidades, fuerza, técnica, etc.

Establecidos los argumentos previos, paso a hablar de uno de los deportes más sencillos que existen, en mi opinión, vinculado a los subgéneros de pelota e individual (no hace falta mencionar los dobles, que es una subvariante): el tenis. Como ya sabéis, consiste unicamente en pasar una pelotita por encima de una red y ponerla dentro de una espacio previamente delimitado que le corresponde a tu rival. Se gana cuando el contrincante no llega a la pelota o la devuelve a la red. Simple ¿verdad?. Quizás su única complicación consiste en el saque, que hay que realizarlo metiendo la pelota en una pequeña area del campo rival, cosa lógica, si se piensa bien, porque si no los partidos carecerían de interés o habría que reducir, casi diría  jibarizando, el campo de juego.

Pero, como sucede en casi todas las actividades humanas, tendemos a complicar lo sencillo, bien para estimularnos, bien para no aburrirnos, para hacerlo más difícil o, sencillamente, porque somos así. Por eso, en vez de cambiar las reglas, cosa muy dificil dada su extrema sencillez, se complica lo periférico, por utilizar un término muy actual. Y así, se puede jugar (cosa no habitual en otros deportes) sobre tierra, cemento, hierba, pista artificial…. Pero aún así resulta poco complicado por lo que se buscó embarullarlo más con el sistema de puntuación, para muchos inexplicable. Mi padre, por ejemplo, una de las personas menos interesadas en el deporte que he conocido, las escasas veces que veía tenis se desesperaba: “¿Porqué un punto vale 15 y el siguiente 30?” “¿”Por qué ahora 40 y no 45″? “¿”No iba de 15 en 15?” “¿Por qué un set son 6 juegos?” Daba igual que le dijéramos que se olvidara de la puntuación y que siguiera el partido (“¿Y cómo puede olvidar eso?”), ese sistema de anotación le tenía tan obsesionado que finalmente se hartaba y se iba mascullando: “No me extraña, estos anglosajones están como cabras”.

En los últimos años, la Federación Internacional o la Asociación de Jugadores (ATP), no recuerdo bien, viene estableciendo un ránking o clasificación que dirime y resuelve quién es el número 1, el mejor del mundo y con ello establece también la fórmula de los “cabezas de serie”, para evitar que los mejores se enfrenten pronto entre sí. Hay, como se sabe, 4 grandes torneos, que dan un montón de puntos, unos 10 medianos, que dan, aproximadamente, la mitad, y un sin fin de pequeños y liliputienses que otorgan la mitad, o incluso menos, de la mitad de puntos que los 4 “grandes”. Hasta ahí todo sencillo y bien. Pero resulta que, como decía antes, si los seres humanos complicamos lo sencillo, pues qué decir de lo susceptible per se de enredarse, y,efectivamente, la ATP lo ha hecho, llegando al, en mi opinión, absurdo método de castigar al que gana. Si yo, por ejemplo (es mucho suponer, lo sé) gano un año los 4 grandes, el ránking me premia con un montón de puntos pero la ATP me castiga por tamaña osadía victoriosa y me OBLIGA a ganar el año siguiente esos 4 torneos (tarea casi homérica), so pena de perder puntos.

Y así se puede dar el caso de que yo (sigo con mi ejemplo) el año siguiente al triunfal gane dos de esos torneos y llegue a la final de los otros dos, pero pierda un saco de puntos, mientras que otro tenista que, pongamos, el año anterior sólo llegó hasta octavos de final y este haya llega, sin ganarlas, a dos finales, y haya sido semifinalista en las otras dos, ganaría muchísimos puntos. Yo perdería puntos y él los ganaría. No existe ninguna compensación o premio por repetir éxito, por tanto, habitual en otras disciplinas deportiva y no deportivas: “Por volver a ganar, te regalamos el doble de puntos”, “por haber llegado a la final no pierdes puntos si no la ganas” o algo similar.

Escribo esto sin saber aún el resultado en Wimbledon entre Nadal y Djokovic, pero puede darse un caso parecido. Nadal gana dos grandes y Djokovic se le acerca y le supera. A veces pienso, como mi padre, que hay cosas inexplicables en algo que debería ser mucho más simple, de la misma manera que esto que he escrito lo podía haber hecho en la mitad, al menos, de espacio. Ganas de complicarnos la vida.

24 comentarios sobre “LA SENCILLEZ ENGAÑOSA

  1. Rosschak,
    Seguramente lo que nos separe sea una cuestión de elección de palabras. Disculpa si para explicarme menciono cosas que ya sabes.

    Lo que quería decir es que el sistema me parece justo puesto que refleja quien ha sido el mejor en un año dado, ya que los puntos que tiene cada jugador es la suma de los puntos obtenidos en ese determinado año. Entendiendo el año no como año oficial de enero a diciembre sino como 12 meses consecutivos, sea cual sea el mes en el que comencemos a contar.

    Así hasta ayer, día 3 de Julio, Rafa tenía 12. 070 puntos, la suma de todo lo ganado desde Wimbledon del 2010 hasta Queens del 2011, mientras Nole en el mismo periodo de tiempo había acumulado 12.005 = Rafa número 1.

    Si Rafa hubiese ganado Wimbledon su cuenta de puntos se hubiese mantenido intacta, ya que habría que descontar los puntos ganados en Wimbledon en el 2010 (2000), y sumar los puntos ganados en el 2011 (de nuevo 2000), por lo tanto sería como si no sumara nada: 12.070 – 2.000 + 2.000 = 12.070

    Si Nole hubiese quedado 2º, habría que descontarle sus puntos de semifinalista conseguidos el año pasado (720), y sumarle los conseguidos este año por llegar a la final (1200): 12.005 – 720 + 12.005 = 12.485

    Lo cual quiere decir que Nole en esos 12 meses ganó más puntos en total y por lo tanto se convertía en número 1.

    Desde un punto de vista frío y matemático me parece totalmente justo. Nadal habría ganado 3 GS en ese periodo de tiempo y Nole sólo uno; pero Nole habría ganado 415 puntos más que Nadal en el total de torneos, habría tenido mejores resultados en general. Esto es lo que veo justo, aunque con los peros que he dicho antes.

    Lo que no veo justo, y esto no va por tu post sino por otras polémicas que he visto por ahí, es cuando se desprecia lo conseguido por una jugadora como Caroline Wozniacki, y se menosprecia su número uno. Tal y como hacía parte de la prensa este año pasado y a lo que se prestaba gustosa Serena Williams, dando a entender que ella era la auténtica “Reina”, porque la danesa no tiene ningún Grand Slam. Pues Serena sería la “Reina”, pero no era la número uno, porque por un motivo u otro, o no participaba en algunos torneos obligatorios o si lo hacía obtenía malos resultados, y sólo ella era la responsable de ello.

    Y que conste que Wozniacki ni me va ni me viene.

  2. Creo que padezco de comatitis, perdón por el exceso de comas en mis comentarios, intento contenerme pero a veces es superior a mí.

  3. Si de hacer una diferenciación entre los 4 grandes se tratara, como lo del prestigio me parece algo relativo, yo la establecería por la antigüedad de cada uno de los torneos (que, en el fondo, y en gran medida, es lo que suele hacer crecer el prestigio de cada torneo). Lo cual nos daría a Wimbledon igualmente como el mejor, seguido del Open USA, Roland Garros y el Open Australia, sucesivamente.

    Por lo demás, a mí me gusta y me parece justo el sistema de puntuación ATP. Amén de que, como Nadal, doy bastante mayor importancia a los torneos conseguidos que al hecho de ser nº 1.

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