EL VIAJANTE

Maleta_esperando

Maleta_esperando

Los viajes largos en verano son una tortura. Empiezas la mañana fresco y elegante para en dos horas convertirte en una sardina enlatada. Vas tan perfectamente compactado al asiento que no puedes ni incorporarte un segundo porque es como tirar de un velcro. En mi caso además es peor porque con todo el sudor que desprendo podría llenar, no ya una lata, una piscina. Alguna gente cree que no es para tanto y por eso no lo comentas, pero cuando llega el inevitable momento de reponer energías e intentas salir de tu encierro no quieres tener a nadie a tu lado en el asiento del copiloto. Pegas el tirón y la silueta queda reflejada donde antes reposaba tu espalda, parece un corta y pega de las revistas. Lo peor es darse cuenta de que te esperan un montón de miradas al entrar a comer. Algunos incluso volverán la cabeza a tu paso, es como ser el invitado inesperado en la boda de tu ex. Todo el mundo sabe que puedes estar allí, pero nadie quiere tenerte cerca.

Sin embargo aceptas esas miradas dolorosamente, tomas asiento, escondes la cabeza tras la carta y pides cuatro cosas sencillas para poder escapar. Esquivas las miradas curiosas que te rodean observando el solitario paisaje de una carretera en busca de destino y atropellas tu pedido en cuanto llega. No vaya a ser que te expulsen por contaminar el aire. Pagas religiosamente y vuelves a tu lugar predestinado para todo el día. Decides reponer energías con una siesta antes de que el sueño te haga invadir el carril contrario, te escondes reclinando el asiento y pones música de fondo. No es hasta una hora más tarde que despiertas con un pequeño dedo ante tus ojos medio cerrados. Un par de chiquillos sueltan sus chascarrillos tras el cristal, te limpias la comisura de los labios y das gracias de no entender lo que dicen. Arrancas con la sensación de que no hay nada peor pero pronto cambias de opinión.

Unos kilómetros más tarde te arrepientes al tener que seguir la larga cola formada por un tráiler. Coges el número y esperas que cada cliente vaya siendo atendido en su petición de paso. Una larga recta parece querer acelerar el momento de ser cumplidos tus ruegos. Poco a poco van pasando uno tras otro a la tortuga y ya casi puedes ver el caparazón, tu número está a punto de aparecer en el letrero luminoso. Cuando estás a punto de dejar atrás a tu animal de compañía el escenario cambia. La interminable línea discontinua que permitía adelantar desaparece, una serie de vueltas y contra vueltas con cambio de rasante hacen imposible la maniobra. La paciencia se quiebra y, por un momento, ves tú dedo apuntando a las nubes mientras aceleras dejando atrás la pesadilla. La tarde se apaga, en esos momentos desearías estar con la familia en la playa, dando el último paseo antes de recoger el material. Sonríes pensando en lo bien que hubieses estado con una toalla a pie de playa. Imaginas un mundo lleno de felicidad mientras el gran astro se pone vergonzoso.

Lo peor de la felicidad es que no dura mucho y bastante menos si está en tú imaginación. La tristeza y las preocupaciones renacen o adoptan otras formas más complicadas. De modo que un nuevo obstáculo surge en forma de sirena tras de ti, te ves obligado a retirarte de la carrera momentáneamente. Te hacen una colonoscopia sin conocerte, te exigen más documentación que Hacienda y no sólo te toman por payaso que te ponen de equilibrista. Sólo entonces deciden que ha sido suficiente, te entregan la factura y te advierten que pueden presentar otra en cualquier momento, que no te descuides. Y es que te has descuidado.

Respiras aliviado tras el volante cuando el sol baja para hacerte una reverencia. Arrancas y el problema se queda atrás. La noche se expande y de repente sonríes, sonríes porque el fin del viaje está cerca, porque estás a punto de pisar tu destino y ahora eres tú el que se puede reír. Por octava vez en este verano has cruzado el país con un cadáver en el maletero y sólo tienes que llegar al cementerio para darle sepultura.

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4 Comments on "EL VIAJANTE"

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erkil
9 years 8 months ago

precioso, y como siempre con ese final tan especial, gracias por dejarnos disfrutarlo
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Enviado desde TheFlagrants App

9 years 8 months ago

Una maravilla, as usual.
Lástima que nos obsequies con delicatessen así de higos a brevas :-)

9 years 7 months ago

Soy fan. :)

9 years 7 months ago

Ingenioso, original y con un final imprevisible pero que otorga todo su sentido al relato. Me ha encantado, se me hizo cortísimo. Muchas gracias por hacernos disfrutar con una lectura así.

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