PORTADA Y CONTRAPORTADA: BILL FAY/GATO PÉREZ

Bill Fay - Gato Pérez

Portada

Bill Fay fue uno de los muchos cantaautores melancólicos e introspectivos surgido en la estela de Dylan a finales de los años 60 del pasado siglo en el Reino Unido. Fichado como una posible futura estrella por una discográfica menor, el sello Deram, publicó por aquel entonces un par de discos (Bill Fay en 1970 y Time of the last persecution en 1.971) que tuvieron alguna buena crítica y nula repercusión popular. Tímido y solitario, en la onda de un Nick Drake, no le derrotó una desesperación y misantropía patológicas, como al músico de Birmingham y, quizás influido por sus intensas convicciones religiosas, optó antes que por la autodestrucción por la resignación (posiblemente un “puede que esto no sea lo mío”) y abandonó el mundo del show-businnes. A continuación, los años hicieron su trabajo siempre silencioso y Bill Fay fue olvidado y su música ignorada.

Como siempre sucede, quedaron algunos, muy pocos, seguidores, que quizás compraron en una ocasión sus discos y se engancharon a sus canciones. En 1.998, estos seguidores consiguieron que los discos de Fay se remasterizaran y se reeditaran. No tuvieron el éxito esperado, pero sí recuperó en el cantante el gusanillo de la grabación, que satisfizo de alguna manera, grabando pequeñas cosas para sellos casi domésticos. Siguió sin tener repercusión y hubo quien incluso llegó a pensar que había fallecido, pero no, Fay continuaba llevando bounce house for sale una vida apartada del mundanal ruido trabajando en oficios diversos (limpiador, jardinero…). Mientras tanto, en torno a su figura  iba surgiendo un pequeño círculo de admiradores entre los que destacaban miembros influyentes de la comunidad pop (Nick Cave, Julian Cope, Jim O,Rourke, Jeff Tweedy…). Finalmente en 2010, el propio Tweedy y el propietario de la discográfica Dead Oceans, Joshua Henry, encontraron a Fay, se presentaron en su casa, le ofrecieron grabar un disco y, quizás para su propia sorpresa, Fay aceptó. Su nuevo trabajo, publicado ¡41 años después! se titula Life is people  ha sido recibido con críticas excelentes, y está apareciendo ya en algunas de las inevitables listas de  “lo mejor del año”.

Bueno, no agotemos todavía los superlativos. Life is people es un buen disco, excelente, podríamos convenir, pero no creo que sea “la obra maestra desaparecida” ni “el descubrimiento del año”. Sí, es cierto que recuerda a muchos de sus compañeros sesenteros (Dylan, Van Morrison, el propio Nick Drake…) pero le lastra, en mi opinión, una cierta monotonía y tristeza, aunque también es verdad que compensada frecuentemente por la intensidad y sinceridad que demuestra la voz , y el piano, de Fay. Del disco, se puede destacar la versión que hace, solo con piano, de  “Jesus, etc” de Wilco (noblesse obligue),

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y esta otra canción, en la que le acompaña precisamente Jeff Tweedy.

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Bill Fay, protagonista de una historia, esta vez, con final feliz.

Contraportada

Deambulo aburrido por la sección de música, cada día más deprimentemente jibarizada,, de unos Grandes Almacenes,  cuando, de repente, al pasar por un estante dedicado a antologías varias (ya sabéis, esas del tipo lo esencial o lo imprescindible) reconozco una cara que no había visto hace tiempo. Me abalanzo sobre ella ¡El Gato Pérez!.  Pequeño chasco; sí, es el rumbero argentino-barcelonés pero en vez de una antología completa me encuentro con el típico disco que hace una selección parcial (en este caso de su etapa con EMI). No busquéis nada de sus inicios en Secta Sónica, ni de sus dos primeros discos con Edigsa, entre los que destaca el maravilloso Romesco.

Todos conocemos, más o menos, la explosión rumbera y fiestera que sacudió a la música catalana a fines de la década de 1970. Junto a  clásicos como Peret, y otros como los Amaya (estos me gustaban especialmente) surgieron grupos (La Orquesta Platería) y cantantes como el Gato que reivindicaban el mestizaje, la alegría  y el ritmo. Vinculado en sus inicios con un sello tan serio y comprometido como Edigsa, impulsor de la nova cançó y del rock layetano, el cantante de origen argentino sorprendió a todos en 1978 con su primer disco, Carabruta, de clara raíz salsera y rumbera y  deslumbró completamente con el siguiente, Romesco, de 1.979, votado en varios medios como el mejor disco del año y, en mi opinión, una de las obras maestras del pop español de siempre. Su canción fetiche (dentro de un album con muchas canciones inolvidables: “El ventilador”, “Tiene sabor”…) es, sin lugar a dudas “Todos los gatos son pardos”, una acertada crónica de los problemas nocturnos barceloneses, que por fuerza e intensidad está a la altura, cuando no lo supera, de un “Pedro Navaja” del vindicativo salsero panameño Rubén Blades.

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El modesto éxito de Romesco llevó al Gato Pérez a fichar por una multinacional, EMI, que no lo entendió. Creyó que solo tenía delante a un músico para fiestas (que también) y no al cronista de la vida barcelonesa que en realidad era . Un infarto en 1.981  (justo tras su mayor éxito, Atalaya, que contenía “Gitanitos y morenos”) le retiró un tiempo, y a su vuelta, las cosas habían cambiado; eran los jumping castle tiempos de la movida madrileña y su repercusión por todo el país y no había sitio para la rumba catalana. Los discos de Pérez siguieron saliendo con precisión casi anual, pero languideciendo ya su escucha y atención. Finalmente, otro infarto, en 1.990, acabó con la vida de nuestro artista. Desde entonces, poca cosa. Es verdad que el  sello Picap (heredero de Edigsa) volvió a editar sus viejos discos. que los vecinos del barrio de  Gracia le dedicaron una placa y Ventura Pons dirigió  un documental sobre él, pero poco más. Gato Pérez sigue esperando al menos una antología cuidada y, esta vez, completa, que le haga verdadera justicia.

Una historia que no tiene, aún, final feliz.

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3 Comments on "PORTADA Y CONTRAPORTADA: BILL FAY/GATO PÉREZ"

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11 years 5 months ago

La Platería y el Gato Pérez forman parte de mis primeras verbenas de Sant Joan que yo recuerde, y de como mis padres bailaban sin parar, mientras nosotros tirábamos petardos.

11 years 5 months ago

Me encantan estas historias circulares de fracasos que se constituyen en éxitos y viceversa. Creo que esta sección me va a gustar especialmente porque evidencia lo absurdo y variable de las convenciones artísticas. La lección de esto es sencilla. Todo acto comunicativo está esperando ser comprendido, compartido. De ese modo se situa en el centro de un círculo social.

11 years 5 months ago

Precisamente el otro día escuché el álbum de Bill Fay y me gustó la segunda canción que pones. El disco me parece pasable, pero en unos años caerá de nuevo en el olvido, me temo.

En cuanto a Gato Pérez, nunca lo escuché en vida, pero con tanta repercusión como tiene y con algo que he escuchado después, me parece interesante. Intentaré buscar.

Gran sección.

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