Piratas del Flagrant’s (viii). El trasatlántico

Cercanías de la playa de la Concha, en San Sebastián. El afamado capitán nombrado en los mares piratas con el guarismo 13 y su segundo de a bordo, Alex, se encuentran de celebración en una taberna. Ramón termina su tercera botella de ron sin más efectos aparentes que un enrojecimiento leve, mientras que su compañero, visiblemente incómodo en ese ambiente marinero, da pequeños sorbos a su primera cerveza. Con gaseosa.
El motivo de la celebración es algo largamente esperado: la botadura de la nueva fortaleza naval que el iMperio ha puesto a disposición de su mayor corsario.

-¡Vamos a revolucionar la navegación como no se ha visto hasta ahora! ¡Abriremos nuevas rutas, descubriremos territorios sin explorar! ¡Hundiremos a todos aquellos lo bastante necios para ponerse en nuestro camino! -Ramón golpeó la barra con la botella, con la suficiente fuerza para marcar la madera. El tabernero se apresuró a mirar para otro lado, amedrentado por el carisma del lobo de mar. Y su corrosivo aliento.
-Bueno, eso no niego que estaría bien, pero hay que obrar con cautela, señor. Primero habrá que conocer la nave, dominar las velas, configurar el nuevo timón… -Alex, se ajustó por enésima vez el recargado cuello de su gabán, demasiado pesado para el calor reinante – Además, habrá que dar un tiempo a la tripulación para que se acostumbre…
-¡Esos wankers se adaptaran en menos que canta un gallo, ya verás! Y si a alguno le cuesta, le tiraré por la borda. Seguro que hay decenas ansiosos por ocupar su lugar. De hecho, creo que tirare a Harry se adapte o no, solo por probar el mecanismo.-El tabernero tragó saliva ante el brillo de los ojos de 13t.
-No podemos ir tirando a la gente a las primeras de cambio, necesitaremos mucha tripulación para maniobrar.-Ramón le miró fijamente, con media sonrisa-Errr, no, tampoco Bouncy Castle For Sale creo que sea buena idea dejarles abandonados en la isla de Cuenca, señor.
-Bah, que más da. Lo importante es machacar a esos piratuchos de tres al cuarto que no lleven bandera del iMperio, que sepan quien manda en los mares.
-No sabemos cuantos cañones tendremos, señor.
-¡Y qué! Seguro que sobran, y si hace falta, les embestiremos con el mascarón de proa.
-Tampoco sabemos si tendremos mascarón…
-¡Ja! La mayor nave de esta parte del océano no va a tener mascarón. ¡A lo mejor tenemos más de uno!
-¿Seguro que seremos tan grandes?
-¿Que ya no recuerdas las palabras del virrey Indalecio? La nave más impresionante y bella que hayamos pilotado, equipada con los últimos adelantos y las mayores comodidades, capaz de realizar maniobras que darían con otras en el fondo del mar. ¡Hurra! -el tabernero y los escasos clientes sobrios se apresuraron a responder al grito para no llamar la atención. Los clientes borrachos lo hicieron de forma natural.
-Si, vale, hurra y todo eso, pero no deberíamos hacernos ilusiones. Quizá nos cueste un poco hacerla navegar.
-Si he llegado a donde he llegado con el viejo cascarón que teníamos, hacer navegar esta belleza será un juego de niños, ya lo verás.
-Pero tal vez carezca de cosas a las que nos hemos acostumbrado y echemos de menos…
-Que no, que no. Los hombres del virrey estuvieron horas haciendo preguntas a mi y a la tripulación para tener en cuenta todas nuestras necesidades. En lugar de parecer un cambio, será solo como si de repente hubieran mejorado muchísimo nuestro galeón original.
-A otros corsarios también les prometieron el oro y el moro y luego se sintieron estafados…
-¿Me estás comparando a mí, el mayor corsario de las ondas marinas de los últimos 30 años, con esos pobres principiantes?-la botella de ron fue a estrellarse contra la pared con estrépito. La taberna se vació de golpe. El tabernero se desmayó – ¡Yo, que he brindado al iMperio los mayores botines que han engordado sus arcas! ¡Que he dejado rabiando de furia cientos de veces al temido pirata Revaño y sus huestes de la armAda, incapaces de acercarse a mi estela!-el tabernero, desmayado y todo, huyo por la ventana-¡Yo obtendré el respeto que merezco, o desollaré a Indalecio y me haré una bufanda blanca con su piel!
-Sí, sí. -Alex ya sudaba profusamente, así que no modificó su estado – Le daría la razón en todo, señor, pero hemos de recordar que tratamos con el iMperio. No sería la primera vez que el ilustre emperador Jedro P. embauca a alguien con hermosas palabras. Hay rumores que el Conde de Segulora está a punto de perder su hacienda.
Ramón se reclinó en su silla, y entrecerró los ojos.
-Umm, hay cierta verdad en lo que dices. Pero no temo a esos politicuchos, ya me abordaron una vez hace años cuando me sentía confiado y perdí mi antigua nave, la D3. Desde entonces me he cubierto mucho mejor las espaldas, y el iMperio no se atreverá a jugármela. -se levantó de golpe, estampando la silla contra la pared- ¡Pero basta de palabras! Vayamos al puerto y observemos con nuestros propios ojos la mejor nave que haya surcado mar alguno!
Alex dejo su cerveza aun mediada y se apresuró a seguirle.
-Ojalá tengáis razón, señor…
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Puerto de San Sebastián, bien entrada la tarde. Tras inquirir al síndico del puerto sobre el paradero de las naves en construcción (sin cortarle demasiada piel), el capitán y su segundo se encaminan a un malecón apartado. En él unicamente descansa una fea barcaza, con un equipo de operarios afanandose en darle los últimos retoques.

-¡Tenías que haberme dejado cortarle más dedos a ese gañán! ¡Aquí no está nuestro barco!
-No creo que mintiera, y menos con la borrachera que cogió cuando le echasteis el aliento, señor. Éste es el sitio.
-¿Y dónde está entonces? -en ese momento Ramón se percata de la gran M pintada en la vela central de la nave- ¡Esa es una nave del iMperio! Seguro que los operarios saben algo.
-Señor…
-Esos idiotas…¡Como hayan equivocado la entrega y mi barco este en otro puerto, les pasaré a todos por la quilla!
-Señor, por favor…-Alex intento tirar de la manga de su superior, pero no fue lo bastante rápido.
-Además, ¿que hacen aquí tantos? ¡Deberían estar todos ocupándose de mi nave, y dejar este escombro para cuando no tengan nada mejor que hacer!
-¡Señor!-Alex le alcanzó cuando éste ya desenvainaba su machete.
-¿Que tripa se te ha roto a ti ahora?-el machete fue desenvainado igualmente, pero el contramaestre ya estaba acostumbrado al genio del capitán y no se arredró.
-Señor, échele un vistazo al lateral del barco, por favor.
-¿Lateral? ¿Que demonios importa ahora el…?
La frase murió en los labios sin llegar a pronunciarse, Jumping Castle sustituida ipso facto por un exabrupto que hizo enrojecer a Alex y desvió de su vuelo a una bandada de gaviotas. En el lateral de la barcaza, en letras rojas bien visibles, podía leerse: 13t.
-¡Diablos! ¿Por qué se lee mi nombre en el lateral de esa…esa…chalupa? ¡Mi reputación caerá por los suelos!-entrecerró los ojos- Umm. Algun capitán insolente intenta hacerse un nombre sin ganárselo primero, ¿eh? ¡Bien, ha llegado el momento de hacer rodar algunas cabezas!
Y antes de que Alex pudiera detenerlo, abordó la barcaza con el machete en ristre, mientras un pistolón aparecía de súbito en su mano izquierda.
Pero en cubierta no había ningun marino supervisando las operaciones, solo un grupo de trabajadores, que le lanzaron una breve ojeada antes de seguir con su trabajo. Uno de ellos, con pinta de estar a cargo, se separó del grupo y se acercó a saludarle sin miedo alguno, ignorante de lo cerca que estuvo de tener un nuevo agujero en la cara.
-¡Capitán! Es un honor saludarlo. ¿Ha venido a supervisar el final del trabajo?
Ramón miro estupefacto la mano que se le tendía.
-¿Trabajo?
-¡El trabajo de aclimatación de su nuevo barco! Veo que está sorprendido, ¿eh? No es para menos.
-¿Este es mi barco nuevo?-el machete cayó al suelo al bajar los brazos su propietario- ¿Este?
-Una belleza, ¿verdad?-el operario le guiñó un ojo- No todos los que hacemos son tan bonitos, pero usted se merece lo mejor. ¡Y aun no ha visto el interior! Hemos puesto los camarotes más espaciosos que tenemos. Cabe hasta un baúl, siempre que no sea muy grande y a su dueño no le importe dormir de pie. ¡Y el lujo! Ni una pulga en esos camastros, se lo juro. Les hemos quitado el interior de paja para estar seguros.
-Pero…pero…¿y los últimos avances?
-Oh, esperaba esa pregunta. Está ansioso por verlos, ¿eh?-hizo ademán de darle un codazo, pero algo en la expresión de Ramón le hizo pensárselo mejor- Bueno, justo ahora estabamos dando los últimos retoques al Tuitre.
-El tuitre.
-Ya imaginaba que le sonaría. Un sistema magnífico, a fe mía. Con él podrá enviar y recibir mensajes de todos los barcos del iMperio y muchas de sus ciudades.-le indicó con el dedo una tarima donde reposaba un rudimentario aparato de código morse- No es muy fácil ni cómodo para conversaciones, es cierto, pero convendrá conmigo que es un gran avance para dar a conocer sus rutas a todo el mundo, y compartir conocimientos.
-Bueno, no sé…¿Qué más hay?
-¡El sistema #! Una revolución, está claro.-le señaló una enorme pizarra giratoria en la popa- Facilita increíblemente el acceso a cualquier documento del barco, la tripulación escribe ahí y con un giro de muñeca puede ver cualquier cosa que otro pusiera el día anterior, ¡sin tirar de memoria ni nada! Muchos capitanes matarían por algo así, créame.
Ramón, que empezaba a sentir esas ganas de matar, se puso a examinar la cubierta.
-¡Maldita sea! Estos acabados…esta madera…la tela de las velas…¡he visto barcas de pescadores con más lujo!
-Pero capitán, compréndalo -de nuevo, la expresión de Ramón le abstuvo de pasarle un brazo por los hombros- Estos materiales son el santo y seña del imperio, robustos y fiables, y reconocibles por cualquier marino a este lado del mundo. Que le reconozcan a uno como corsario del iMperio con un simple vistazo tiene innumerables ventajas, sin discusión. -un vistazo a la vena que latía en el cuello de su interlocutor le hizo cambiar de tono- De todos modos, no está acabado. Mejorará mucho cuando le pongamos la publicidad en las velas y el casco.
-¿Pu…publicidad?-los ojos asomaron de sus órbitas más de lo aconsejable.
-Claro. ¿No pensaría que estas maravillas de barcos son baratos? El iMperio pone parte del dinero, pero sus fondos no son infinitos -Ramón recogió su machete del suelo- ¡Pero puede pensar en ello como decoración! ¡El barco quedará precioso, en serio!
El encargado, curtido en batallas de este tipo, se apresuró a colocarse tras unos barriles, mientras calculaba mentalmente la distancia para saltar por la borda. Por suerte para él, algo distrajo la atención del temible pirata.
-Un momento, ¡voto a bríos! Ya decía yo que echaba algo en falta. ¿Dices que el barco está acabado?
-Err, sí, falta acabar de colocar la publi…la decoración.
-¿Y dónde infiernos está el timón entonces?
-Verá, capitán, -hizo una profunda inspiración mientras se aproximaba poco a poco a la borda- este barco no tiene timón.
-¿QUÉ?
-Sí, se lo hemos quitado.
-¿Y COMO DEMONIOS VOY A CORREGIR EL RUMBO EN ALTA MAR?
-Bueno, el iMperio considera que eso de corregir está sobrevalorado. Todos esos barcos caprichosos e imprevisibles son un peligro para una navegación controlada. -mientras hablaba, deslizó una pierna por encima de la borda. Sus compañeros le imitaron- El barco dispone de un sistema que le encara hacia su destino al zarpar, y después no hay que tocar nada. Sencillo y práctico.
-¿Y los arrecifes? ¿Otros barcos? ¡Ballenas, por los siete infiernos!
El siervo del iMperio se limpió la espuma de la saliva de la cara y continuó.
-No hay que preocuparse de nada, el casco es casi indestructible, y está asegurado por varias compañias de indias. Si encalla, solo hay que remar un poco hacia atrás…
-¿Remos?
-Claro, es la política actual, todos deben arrimar el hombro. Usted está exento, por supuesto, pero los demás deben ganarse el pasaje. De hecho, la vela no funciona con viento flojo, y con fuerte podría romperse.
-¡Sin timón ni velas! ¿Como diablos vamos a abordar a nadie así?
-¿No lo sabía? El iMperio ha llegado a un acuerdo para eliminar de los mares esos molestos abordajes. ¡Piense todo lo que va a ahorrarse en cañones y armas!
-¡Pero somos piratas! ¡Nos dedicamos a eso!
-Bueno, un hombre de recursos como usted seguro que encuentra otro hobby enseguida. Además, todos sabemos que el dinero de verdad se encuentra en el comercio y…
En ese momento se dió cuenta que ya no le escuchaban. Ramón había sufrido una apoplejía y se encontraba desmadejado en cubierta. El operario lanzó un suspiro de alivio y le hizo una seña a sus compañeros para que acabasen el trabajo lo antes posible.
——————————————————–

Cuando despertó, Ramón se encontró con Alex encima suyo, masajeandole las sienes con un trapo húmedo. El sol estaba cayendo ya del cielo, y los trabajadores habían finalizado su trabajo y no se les veía por ningún lado. El barco parecía ahora un tablón de anuncios, lo que no contribuía a mejorar su aspecto en absoluto. Se aparto de su segundo con un empujón y se puso en pie.

-Necesito matar a alguien. Piensa en eso antes de decir “ya te lo dije”.
-Ya se lo… -tragó saliva- Es el iMperio, supongo que también tiene cosas buenas pertenecer a él.
-Nos pagan bien.
-Sí.
-Nos dejan dirigirnos donde queramos.
-Sí.
-Nos permiten gobernar la tripulación a nuestro modo.
-Ejem.
-¿Qué?
-Ejem.
-¿QUÉ?
-¿No le ha contado lo del inquisidor?
-¿In..quisi..dor?
-Los barcos del iMperio están obligados a llevar uno, y ahora lo somos. Solo para controlar a la gente.
-¿Controlarlos?
-Es muy raro que quemen a nadie hoy en día, y normalmente solo por un buen motivo, como blasfemar, o hablar mal del iMperio.
-Vale, ¿que más necesito saber? ¿Te dijeron algo antes de irse?
-No, me hicieron firmar este papel como que acepto las normas de participación y se marcharon bastante deprisa.
-A la tripulación no le va a gustar.
-No, señor.
-Habrá que explicarselo todo, aclimatarles, sofocar los previsibles motines que surjan…
-Estoy seguro que se las apañará, señor.
-Vaya que si me las apañaré, porque serás TÚ quien se encargue de todo eso.
-Glub, ¿Yo, señ…señor?
-Tú trabajabas para el iMperio antes que yo, ¿no es así?
-Bueno, era joven, necesitaba el dinero…
-Pues espero que te aprovechase, porque YO voy a encerrarme en mi cabina, si es que este barco tiene una, y no pienso salir hasta que estemos en alta mar navegando como si nada de esto hubiera sucedido. ¿Está claro?
-Pero, señor…
-¿ESTÁ CLARO?
-Cristalino, señor.
-De acuerdo, en lo que al mundo exterior respecta, nada de esto ha sucedido. No hemos cambiado de barco y todo sigue como antes. Si algún tripulante pone reparos, puedes echarlo a los tiburones.
-¿Y piensa dejar las cosas así para siempre, señor?
Ramón le observó con esos ojos entrecerrados que denotaban pensamientos corriendo veloces tras ellos, y con una media sonrisa, le respondió.
-No es nuestro momento, Alex. No dudes que llegará, pero un buen pirata debe saber navegar por todo tipo de corrientes.
-Si, señor. Que descanse.
-No creo, Alex. Avísame en alta mar.
Y se encaminó a la sentina. Tras un momento de duda, retrocedió sobre sus pasos y cogió el manual de código morse junto al aparato del Tuitre. Nunca se sabía.

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14 Comments on "Piratas del Flagrant’s (viii). El trasatlántico"

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Guest
Maintenance
14 years 2 months ago

Jajaja, realmente bueno e ingenioso…
Enhorabuena

Guest
Respect
14 years 2 months ago

Dracolich, me ha encantado y enganchado absolutamente. Enhorabuena.

Guest
draco
14 years 2 months ago

Je, chicos, gracias por las críticas alegres, se nota que me queréis (o que leéis poco de humor). Me ha gustado especialmente la de angelcapo, no preguntéis por qué (cabrón tú). Decirle a Shincan (¡esa h!) que cuando se me daba mejor, el balón no era de cuero si no de vejiga de cerdo, allá por el pleistoceno. De todos modos la culpa es suya por presionarme. 😉 Y a Aupa, que con Trillenium no puedo ayudarle, solo leí el primer libro de la saga inspirante y me decepcionó un ratejo, pero que estoy dispuesto a hacer un dueto cuando… Read more »

Guest
14 years 2 months ago

Estos orgulloso de tenerte en la cabina de la Golden Caster. Las naves famosas lo son por su tripulación.

Empezaste de polizón y ya te has graduado con honores.

http://flagrants.wordpress.com/the-golden-caster-2/los-polizones/

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