Rara vez escribo yo acerca de fútbol, y no es porque no me interese el asunto, que, como buen aficionado al deporte en general y al balompié en particular, me interesa y mucho, sino porque hay otros temas sobre los que disfruto escribiendo mucho más. Y eso aunque (como seguramente estaréis pensando todos, y en especial Flags) últimamente me he prodigado poco por estos lares. Pero cojo ahora la pluma (bueno, mejor dicho, el teclado del ordenador) para exponeros brevemente mi opinión sobre un particular que estos días me está preocupando de manera especial, y curiosamente tiene que ver con el fútbol. Me refiero, claro está, al ambiente enrarecido que se vive entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona durante el transcurso de esos cuatro partidos que están enfrentando a ambos clubes y del resultado de los cuales depende el éxito o el fracaso deportivo de dos de las instituciones más importantes ya no sólo del fútbol español, sino también del fútbol mundial.
Dejaré a un lado el partidismo, pues como seguidor del Real Club Celta de Vigo, mis simpatías no están ni con unos ni con otros, y me limitaré a hacer una breve reflexión sobre lo que, a mi juicio, supone la guerra dialéctica en la que se han enzarzado ambos, ya sea a través de sus entrenadores o de sus directivos. La base de mi argumento la constituye la sensación que tengo de que, en lugar de avanzar, estamos retrocediendo. Con la coincidente llegada de Florentino Pérez al Madrid (a la primera de ellas me refiero) y de Joan Laporta al Barça parecía que los dos clubes se encaminaban a una relación competitiva, como debe ser toda rivalidad, pero amable y abierta, como debe ser toda relación basada en el respeto. El aterrizaje de estos dos mandatarios, al menos aparentemente, nos hizo olvidar los oscuros tiempos de los Mendoza, Núñez, Sanz y Gaspart, por no hablar de lamentables elementos contemporáneos a éstos como Jesús Gil. Todas ellas figuras muy vendibles y mediáticas pero que dejaban la imagen del fútbol español a la altura del betún. Con Pérez y Laporta se instaló la cordura en la relación entre los dos clubes señeros del fútbol nacional y gracias a ello se dieron pasos importantes en la reducción de la violencia que, desgraciadamente, tantas veces rodea al ambiente balompédico.
Sin embargo, las cosas han cambiado de una manera radical en los últimos meses. Y han cambiado para peor. Quizá no sea coincidencia que la tendencia de la Liga española en las últimas temporadas nos haya conducido a una total bipolarización de la competición, hasta tal punto que es posible decir que en España, hoy en día, solamente existen dos equipos y que los otros dieciocho que componen la Primera División (o Liga BBVA, como ha dado en denominarse en esta era del ultranegocio futbolístico) no tienen ni una sola opción a acercarse a los dos primeros puestos. Esta polarización puede observarse incluso sobre el césped, si tenemos en cuenta los estilos de juego tan marcadamente diferentes que ambos conjuntos emplean. Hasta aquí, ningún problema; no se trata más que de tendencias naturales de una competición en la que triunfan los más poderosos y acaudalados. Pero lo peor de todo es que esta bipolaridad se ha instalado también en las relaciones institucionales entre Madrid y Barça, con un resultado evidentemente desastroso.

Por un lado están los entrenadores. En el Madrid, Mourinho ha convertido las ruedas de prensa antes y después de los partidos en ejercicios de sinsentido, con declaraciones que acomodan la realidad a sus objetivos y que en muchos casos resultan irrespetuosas con el contrario y con la afición. En el Barça, Guardiola muestra una cara cuando gana y otra diametralmente opuesta cuando pierde, con declaraciones en caso de derrota en las que la cordura y el respeto por el contrario brillan por su ausencia. (No sé si es que yo tengo mala memoria, pero no recuerdo haber escuchando jamás que un entrenador se refiera al contrario en términos como “es el puto amo”, con perdón.) Todo ello, por supuesto, con la única intención de justificar los posibles fracasos, de cubrirse las espaldas en caso de derrota. Por otro lado están los directivos, enzarzándose en pueriles discusiones, haciendo declaraciones públicas nada comedidas y presentando ridículas denuncias que, lejos de solucionar la situación, avivan todavía más el fuego de la discordia.

No cabe duda alguna de los dividendos que unos y otros desean obtener con estas acciones, blindándose contra la eventualidad de que la pelota no entre y los trofeos vayan a parar a manos del contrario: es más fácil lanzar ataques sin sentido que asimilar posibles derrotas. ¿Pero es que no se dan cuenta de lo ridículo de estas acciones? Y lo que es peor, ¿no se dan cuenta de que esta actitud beligerante de unos y otros lo único que engendra es violencia? Los partidos se calientan antes de empezar, el ambiente se caldea más de lo necesario y al final lo que ocurre sobre el terreno de juego queda relegado a un segundo plano. Todo este discurso victimista y beligerante contra el contrario, contra los árbitros y contra las instituciones que regulan el fútbol europeo, me retrotrae a otras épocas. Son épocas que conviene borrar de la memoria, no revivir. Esas épocas pertenecen al pasado, y en pleno siglo XXI yo pensaba que las habíamos dejado atrás. Pero parece ser que me equivocaba y que estos nuevos personajes buscan su inspiración en aquéllos, para mí de muy triste recuerdo. Si culés y madridistas pudiesen y quisiesen escucharme, yo les diría que diriman sus diferencias sobre el terreno de juego, que es (o debería ser) la razón principal de que el público se interese por este hermoso deporte llamado fútbol. Sus actitudes, hoy por hoy, no conducen a nada bueno. Los periodistas y los medios de comunicación estarán encantados con el cariz que están tomando los acontecimientos; los aficionados serios como yo no lo estamos en absoluto.
Buen resumen de cómo se llegó a este punto y buen aperitivo para el partido de hoy.
Como creo que no lo dije por "aquí", aprovecho para felicitar por el cambio en la cubierta del Flagrant's y saludar a todos sus bucaneros.
Interesante texto, Antonusa,pero no llego a estar del todo de acuerdo. Es cierto, como tú dices, que hemos llegado al retroceso de lo caballeroso de los dos grandes, pero esto no me parece tanto una consecuencia como un SÍNTOMA de un proceso, proceso que, en mi opinión, está, lamentablemente, en su INICIO debido a la conjunción de varios factores.
La polarización ya existía antes, evidentemente, pero casi se reducía al ámbito de lo deportivo, clubes y aficiones, en cambio en estos años el bipartidismo se ha convertido en algo NECESARIO y no sólo, este es el quid de la cuestión, para los dos clubes. EL bipartidismo VENDE, genera dinero, dinero necesario para Madrid, Barça y todos los que apoyan esto. La Liga ha quedado reducida a lo que ya sabemos, porque el resto (salvo algunos localismos resistentes: Sevilla, Valencia, P.Vasco) NO INTERESA, y así el resto de clubes cumplen con su función de sparrings o comparsas, necesarios pero no relevantes.
¿Quién se beneficia de todo esto?
a) Los dos clubes, inmersos en una dináica de gastos e inversiones enormes. Los títulos no dan sólo prestigio, eso viene acompañado de más ingresos, amistosos, marketing, etc, necesarios para seguir peleando.
b) las televisiones, conscientes de ello dan dinero SÓLO a los grandes, porque ellos dan el share suficiente (con la publicidad que genera). Cuanto más enfrentamientos, dentro y fuera, más dinero. El share va desde 3 millones mínimo de espectadores en un amistoso a 13 millones en competición.
c) Los periódicos (y ya páginas web). Relaño reconocía hace un par de años que As aumentaba más de un 20% sus ventas cuando el Madrid ganaba un partido importante. Si el partido es contra el Barça y varios además, esto se multiplica.
Por lo demás en un ambiente, el español, invadido por la belenestebanización, esto no hace más que aumentar, cuanto más polémica, más se habla, más dinero se recauda.
La perspectiva del próximo curso, en principio seguro 4 clásicos y en perspectica pueden ser hasta 8 no hacen sino confirmar estos datos, creo yo
Lo que comentáis es cierto, pero esos ingrendientes, y alguno que no se cita como por ejemplo el contexto sociopolítico que desde hace años ha invadido el mundo del fútbol en España, no son suficientes para explicar el nivel de tensión actual. Hace tiempo ya diserté sobre el mundo del fútbol como mecanismo de distensión social en España. Se trataría de lo que se conoce como un ritual de rebelión. Los rituales de rebelión vienen a ser manifestaciones sociales donde los valores sociales que establecen orden y equilibrio se revierten para convivir con una caótica locura social. Esto es claramente evidente en las fiestas populares donde lo ordinariamente prohibido es consentido. De este modo, y de forma curiosa, la reversión de norma se convierte en norma y toma sustancia de facto como modelo a seguir. Este mecanismo social permite liberar tensiones de forma contralada por lo que tales manifestaciones de alteración del orden en realidad son una ilusión. No nos engañemos. Estos clásicos rituales estan tutelados por la autoridad, a quienes esta simbólica guerra sirve de desahogo social.
El deporte es la excusa, el vehículo, para articular una confrontación simbólica donde el fútbol no es lo que importa. Si en estos clásicos la virulencia de los efectos de esa falta de valores se hace más patente es simplemente porque la potencia de los símbolos es mayor.
Entonces, ¿porqué el nivel de crispación está siendo tan elevado respecto a otros años? Ya hablé de ello en el "Cuaderno de Bitácora" de este mismo blog. Tras el fichaje de Mourinho, a quien le encanta asumir el rol de villano, éste ha incendiado el discurso rompiendo las reglas de consenso. Algo tampoco sorprendente cuando lo que se pretende es revertir el orden establecido que es el que representa el F.C. Barcelona, un equipo proclamado internacionalmente como el mejor equipo del mundo. A nivel simbólico todo encaja. El Barça representa el orden actual dentro y fuera de nuestras fonteras. Y el Madrid es la nostalgia de un pasado lleno de glorias que desea la reconquista. No debería extrañarnos que la Presidenta de la Comunidad de Madrid días antes de este cuarto clásico condecore a Florentino. Es el comandante jefe de ese ejército. Ni tampoco que Pep en su defensa alege que sólo son un pequeño país que no pinta nada. Es parte de esa escenificación simbólica que enfrenta a una sociedad sin necesidad de tanques y metralletas.
Si cambiaramos las camisetas los mismos que dicen a dirían b y al revés. Eso sí, excepto aquellos aficionados cuyas guerras son otras y no participan de la locura de esta fiesta ritual de rebelión.
De acuerdo contigo, Flagrant, en 3 cosas:
a) El deporte como vehículo pacífico de confrontación. Nuevo opio del pueblo que por su caracter alienante desvía la atención de unos problemas y mitiga otros para centrarse en la defensa, poco peligrosa, de unos colores. Lo curioso es que las banderías que crea no tienen un caracter de clase, no son verticales (al igual que la identificación nacionalista, con la que tantos puntos en común tiene, su caracter interclasista diluye los conflictos de clase
b) El asalto al poder establecido, en España, por parte de un equipo que ha detentado esa hegemonía durante muchos años. Estamos ante una Reconquista en toda regla, o su intento, al menos.
c) El discurso de Mourinho rompe el consenso, el status quo de moderación.
Pero tengo la impresi´´on de que el discurso mourinhista rompe algo que se estaba deseando quebrar. Cuando tanto es ya lo que se juega (deportivo, económico, institucional...)antes o después se impondría el todo vale y Mourinho ha venido a corroborarlo. Por ello lo importante no es sólo ganar sino no perder nunca. Si pierdo será por otras razones (da igual aquí que sea "porque nos tienen envidia" o "porque somos un pequeño país"). El discurso victimista se impone y todos se igualan con el pensamiento más radical y ,ojo, más fiel, el del forofo. Y así el forofo resulta legitimado porque siempre hay algo externo a mi (equipo) que me impide ganar. Lo estamos viendo con los fallos arbitrales, importantes ya porque me aligeran el peso de la derrota ("es por su culpa") y justifican una inversión fallida. Nadie pierde, puedo seguir haciendo lo mismo.
Mourinho, creo yo, ha sido muy listo al llevar al mundo del futbol algo que en España estaba asumido en todos los ámbitos, pero no se ha dado cuenta de algo muy español también: salvo excepciones (como el inefable M.A.Rodríguez) nunca pasa nada.Por eso su discurso no trae resultados, se queda en la mera retórica: mucha bronca y violencia verbal. En esto, años de jugar a lo mismo ha hecho que el Barça aprenda, este método no funciona.
El futbol español es ya una historia de ruido y furia contada por un idiota y jaleada por muchos cretinos ¿Y el resto que no comulga o comulgamos con las dos iglesias principales?, simples espectadores alucinados ante un espectáculo que no sabemos ya dónde juega, si en el campo, en las ruedas de prensa o en los despachos. Quizás en todos los sitios a la vez.
Rosschack,
quiero precisar una idea que quizá no acabé de transmitir bien. Cuando hablo de ritual de rebelión no estoy hablando de ningún movimiento revolucionario. Por tanto, no se trata de ningún proceso opiáceo que desvía la atención del dolor social. Más bien es lo contrario. Este mecanismo lo que pretende es justo lo contrario. En realidad se subrayan la diferencias, los matices hasta el paroxismo. En lugar de adormecer pasiones, éstas se potencian en grado máximo. La confrontación simbólica y nacional está de hecho mucho más presente mucho que en las campañas políticas. El ritual de rebelión de estos clásicos son un gran estallido social, pero efervescente. Esa es su magia. No ocultan el problema, simplemente lo escenifican hasta el desahogo.
Si es vertical u horizontal el panorama de este ritual no importa. Los conflictos de las sociedades no sólo son de clase. Ese modelo de análisis no creo que sirva para entender el meollo de todo esto. En este caso es obvio que no nos encontramos con un conflicto de clase, pero eso no significa que no exista conflicto ni que en algún momento el ritual estalle de forma incontrolada.
Ghetto:
Muchas gracias por tu comentario; me alegro de que te haya gustado el articulo.
Rosschak y Flagrant:
En lineas generales, estoy de acuerdo con vuestros analisis, pero no encuentro que sean incompatibles con lo que yo comento en el articulo. Me explico: no era intencion con mi texto analizar el por que' de las declaraciones subidas de tono a las que hemos asistido ultimamente por parte de unos y de otros, sino unicamente constatar que lo que esta ocurriendo es para mi un retroceso, un "revival" de ese estilo gañan que rezumaba falta de elegancia y que destilaba violencia que durante tantos años domino' la relacion entre RM y FCB. Lo que a mi me preocupa no es la bipolarizacion de la competicion (cosa normal y deseable por parte de quienes dirigen ese gran negocio multinacional en que se ha convertido el futbol), ni el hecho de que el futbol sirva como catarsis que permita purificar pasiones sociales, que ofrezca una via de escape. Ese ha sido siempre su papel, ni mas ni menos, sobre todo en una sociedad como la española en la que las tensiones sociopoliticas se trasladan con enorme facilidad al estadio deportivo, convertido en circo romano moderno. No me interesa tampoco señalar culpables puntuales (el Sr. Mourinho, el Sr. Guardiola, el Sr. Rosell, el Sr. Perez, etc.), pues considero que en todos ellos recae una parte importante de la culpa. Parte de dicha culpa radica tambien en un periodismo deportivo español que, como he dicho en millares de ocasiones y mantendre' siempre, ni es periodismo ni es nada. La informacion queda en un segundo plano ante el espectaculo, pero no el espectaculo noble, sino el espectaculo de la mas baja estofa, lamentable y de mal gusto, que es el que, por desgracia, vende periodicos. Lo que a mi me interesa, en definitiva, es denunciar que esta tendencia al enfrentamiento constante, generalmente vacio de contenido y falseador de la realidad, es nocivo debido a que engendra violencia, y esto es algo que debe evitarse siempre por razones que para todos deberian ser obvias. Es que nadie recuerda las muchas tragedias que la violencia unida al deporte ha provocado? Es que ni siquiera esas tragedias (demasiadas para entrar aqui en detalle en ellas) sirven para que los actores de esta comedia de mal gusto se muestren mas comedidos? Mas futbol de calidad sobre el terreno de juego y menos innecesaria farsa beligerante. Y, sobre todo, mas respeto por parte de unos y de otros.
Muy interesantes aportaciones.
Yo creo que nada es tan elaborado como comentáis.
Para mí la clave es el dinero.
Unos medios que antes eran solamente deportivos, los escritos, de pronto se ven inmersos en grupos de empresa con participación en cadenas televisivas con derechos sobre los clubes, ya ni siquiera sobre los partidos.
Grupos de empresa que tienen que promocionar sus millonarias inversiones y proteger los clubes en los que se soportan.
Ahí acaba la información si está reñida con la consecución de beneficios, porque los que dan dividendoss son los fanáticos, que no la necesitan. Se alimentan de otras cosas, que los medios están encantados de proporcionar.
Nuestra sociedad actual hace el resto.
Pero el origen de todo es, simplemente, el dinero.
Antonusa,
entiendo y comparto tu post. Simplemente trataba de explicar que lo que sucede en estos clásicos. Para que esa batalla simbólico cesara antes debería establecerse un acuerdo en los símbolos que nos representan y esa cuestión sigue sin resolverse. No son comparables estos clásicos con un Lakers-Boston por ejemplo.
Greatmike,
¿El dinero? Si eso fuera cierto David Stern importaría el modelo.
En el Mundial parecía haberse alcanzado el Nirvana. La Selección española, con mayoría de jugadores del Barcelona, detalle no baladí, se proclamaba campeona del Mundo y paseaba en olor de multitudes por toda la geografía nacional, hermanadas las aficiones al abrigo de la otrora denostada bandera, objeto hacía poco de controversias en recientes finales deportivas de fútbol y baloncesto.
Ayudaba a las expectativas de mejora el fin de la era Laporta, el independentista presunto causante de fricciones al margen del deporte. Todo hacía presagiar un cambio de rumbo en la utilización política de la rivalidad deportiva entre las dos ciudades, el presidente entrante traía un talante conciliador al respecto.
Y he aquí que la campaña propagantística mas ignominiosa que recuerdo, utilizando todos los medios lícitos e ilícitos, ha intentado desprestigiar a un equipo, desestabilizarlo por lo civil o lo criminal.
Villaratos, dopings, infundios sobre los jugadores, sobre la categoría moral de su entrenador todo ha valido para intentar obtener ventaja, sin respuestas de la otra parte hasta ahora.
La consecuencia ha sido este mensis horribilis. La réplica de Guardiola, una, la veo en este contexto proporcionada. Y la denuncia del Barça procedente.
Que cada palo aguante su vela. Así lo veo y así lo cuento.
Pues no puedo estar más de acuerdo con Batua... me parece desacertado meter en el mismo saco a todos los protagonistas, sobre todo cuando sólo hay que hacer un breve ejercicio de memoria para recordar los enfrentamientos de Guardiola con los antecesores del portugués.
Muchos culés ya pronosticamos, que, en ausencia de Laporta como muñeco de pim pam pum, Pep pasaba a ocupar dicho cargo honorífico, como así ha sido.
El ataque por tierra mar y aire ha sido terrible durante toda la temporada, y sólo en un momento, con coartada o sin ella, Pep ha respondido, porque la situación ya era insostenible y la masa social blaugrana así lo demandaba (ver encuestas de RAC1 o Catalunya Radio con más del 90% de aprobación)
Y ahora queremos situarlo a la altura de Mourinho?
Sinceramente, no entiendo a un país que alaba el saber estar y la bonhomía de un entrenador y lo convierte en Marqués de no se qué, mientras al otro le dicen que mea colonia.
Quizá si lo entiendo... pero eso es harina de otro costal.